jueves, 10 de junio de 2010

Saber o no Saber

Innumerables veces he escuchado decir "¿de qué me servirá esto?" frente a la obligación de aprender algo. ¿La motivación? El conocimiento en particular no era parte de los intereses de la persona,  y/o lo que se dedicarían en el futuro. Era una afirmación que me llamaba la atención, pues no parecía dejar de tener algo de razón. ¿O quizás no era así?

Lo cierto es que uno nunca sabe cuando cierto pedazo de información le será útil. El conocer la historia de la talidomida (producto farmacológico) me sirvió, hasta cierto punto, para aprobar el ramo de estadística. ¿Cómo definir de antemano qué sirve y qué no para un caso específico, si a veces las cosas se unen de la forma menos esperada?

Por otro lado, el conocimiento en si no sólo posee un fin práctico. Soy una firme creyente que también moldea el tipo de persona que somos, tal como lo hace las diferentes experiencias que pasamos. El tener más conocimientos nos abre la puerta para una mejor comprensión del mundo que nos rodea. Las matemáticas nos disciplina la mente, y nos ordena para seguir pasos lógicos en todas las esferas de la vida; la química, comprender cómo interactúan entre si las diferentes cosas que usamos a diario, incluso para hornear un queque (¿colocaré más huevo para mejorar la textura?); la física, para reaccionar frentes a eventos esperados e inesperados (¿alguien dijo palanca?). Hasta cierto conocimientos de meteorología nos permiten razonar si salimos ese día a pasear. Ejemplos abundan.

Pero esto no basta. Los conocimientos sin un adecuado razonamiento no son más que una pila de rocas, que no se mueve, no interactúa con el medio, no ofrece resultados. Es responsabilidad de cada persona aprovechar la información que va adquiriendo, y ponerla a buen uso. Vivir cada día a la luz de lo que sabemos, de lo que razonamos, de las conclusiones que obtenemos al analizar lo que ocurre. Esto nos permite enfrentarnos de mejor manera a las más diversas situaciones que se nos presenten.

Y las ideas que se nos cruzan.

El cúmulo de conocimientos que poseamos nos hará más inquisitivos a la hora de encontrarnos con nuevas cosas. ¿Será cierto? ¿funcionará como se sugiere? ¿la base en que se fundamenta es suficientemente sólida? ¿se puede mejorar? ¿existen otras explicaciones?. El cuestionamiento surge de la unión entre todo conocimiento que posea la persona, y la capacidad de ésta de razonarlo, que a su vez, también es afectado por lo que sabe, y esto impide que nos deslicemos hacia conjeturas falsas, premisas sin valor, e ideas maliciosas. Promueve el conocimiento mismo, y eleva el entendimiento sobre nosotros y lo que nos rodea.

Por lo tanto, nunca está de más aprender nuevas cosas, por muy lejano que esté de nuestro quehacer diario. Mejorará nuestra percepción y entendimiento del mundo, haciéndonos menos vulnerables a las distorsiones de la realidad, y más fuertes en nuestras tomas de decisiones.

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